lunes, 10 de septiembre de 2012

Érase una vez Yuri Norstein: Lo plano y la luz

El análisis y valor cinematográfico suelen darse en casos donde una cámara capta la realidad. En pocas ocasiones la relevancia del cine de animación trasciende las fronteras creadas por los historiadores. Disney, Pixar, el cine de Miyazaki y poca cosa más es mencionada por cierto colectivo con un falso juicio progresista, creyendo ser amplios de miras y reconocer, en su vanagloriada democracia, que el cine de animación también es cine (a secas).

Éste es el primero de cinco artículos que publicaré sobre el cineasta ruso Yuri Norstein. Un cineasta con cuatro cortometrajes principales y uno en producción en curso desde hace más de 20 años. Una pincelada hacia una obra tan ligera como compleja, tan dulce como áspera. Cine infinito con la forma de cuento infantil.

Los mundos de cuento ruso de Yuri Norstein

Norstein sitúa sus historias en teatritos que traspasan las páginas de los cuentos ilustrados. Si un dibujo se ciñe a respetar el marco de la página, en los decorados del cine de Norstein, desde la frontalidad, el punto de vista se mueve con libertad de izquierda a derecha. En ellos los motivos representan campiñas rusas, bosques estacionarios o jardines en decadencia. El tiempo se ve reflejado en los colores, en el respeto por la tradición artística y por aplicar una dimensión añadida al dibujo plano: la luz.

Las dos perspectivas dialogan creando un estado mágico. Lo plano, por naturaleza, es la ausencia de sombras y, por consiguiente, es la pureza de lo iluminado, una luz que lo baña todo y coloca todos los elementos en la misma capa. Norstein separa varias capas planas y entre ellas surge la luz. La luz, una herramienta polifacética, le sirve al cineasta como contraste para crear densidad en lo naïf, para ambientar en atmósferas y climas sus cuentos, y para aplicar un valor real al material, a lo construído, la luz perfila el resultado artesanal, los personajes de papel.

Lo infantil trasciende con la luz en el cine de Norstein

Se crea un intercambio de estados entre lo plano y la luz. El papel en movimiento se apropia de lo real en la luz, y la luz adopta lo etéreo del movimiento del papel. Lo que es simplemente real se vuelve místico y lo que es mágico se torna cotidiano y familiar. Es en ello donde nace el estilo visual, la condición cinematográfica del cine de Norstein que nos ubica en una realidad que es más cercana a nuestra nostalgia y recuerdos que al mundo que tocamos.

En el próximo artículo continuaremos hablando del cine de Yuri Norstein. Aquí podéis ver su cortometraje El Erizo en la Niebla.

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